Jesús Balmori y González Mondragón

 

 

PATRIA

 

Rica de luz y flores radiante de hermosura

Feliz me deslumbraste con tu gentil fulgor,

Astro que en negra noche refleja la mar pura

Vergel de verdes galas, lucero de ventura

Edén del cristianismo, soñárate en mi amor.

 

Perdona si mi lira te estorba en un momento,

Perdona una y mil veces al pobre soñador,

Que en lánguida armonía con tembloroso acento

Quiere cantar tus glorias, tus glorias y ardimiento

Cuando en tus campos, reía el hado bienhechor.

 

Recuerda que ahora eres; cuan otra de lo que eras

¿Qué ya te resta ¡Oh Patria! de tu luciente honor

¡Tus hijos esquilmados en lucha carnicera,

Tu religión deshecha, rasgada tu bandera

¿Te queda algún consuelo? ¡El llanto del dolor!

 

Mas ¡ay! que el dulce ensueño de la esperanza mía

Me dice que aun los siglos devolverán tu honor,

Y en tanto ¡Filipinas! no nublen tu alegría

Las notas dolorosas que mi querer te envía,

Que son ¡yo te lo juro! los besos de mi amor.

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TODOS CANDIDATOS

 

En la farsa política que a lomos

Suele llevarnos en perdidos ratos,

El que más y el que menos, ¡todos son.:

Candidatos !

El abogado Don Pascual García,

Que por distinguido estafador

Ya no puede ejercer la abogacía,

¡A senador!

El socialista Don Fidel Alambre,

Deslenguado, taimado y solapado,

Amén de tarantado y muerto de hambre,

¡A diputado!

El obrerista Don Remigio Togue,

Anticristo del Código Penal

Y admirador de la señora Quiogue,

¡A concejal!

El Doctor Don Facundo Santonína,

Que por inepto y hasta enterrador,

No puede ya ejercer la medicina,

¡A gobernador!

El hacendero Don Fermin Cocales,

Que por ser un padrón gramatical,

No sabe ni siquiera las vocales,

IA vocal!

El vagabundo Don Ramón Sigüenza,

Que se nos echa siempre de valiente,

¡Valiente, sí, valiente sinvergüenza!—

¡A comisionado residente!

Y así por este estilo, en varios tomos,

Y con diferentes garabatos,

El que más y el que menos, ¡todos somos

 

Candidatos !

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FILIPINA DE AYER

Filipina de ayer, mujer dulce y santera,

De cabellera larga como un velo oloroso;

De serena mirada y de humilde manera;

Envuelta en dignidad y silencio y reposo.

Filipina de ayer, pura como una flor;

Plena de elevación y luz como una llama;

Que nunca te atrevías a mirar al amor,

i Tu que supiste amar como ya no se ama I

i Filipina de ayer, Doña María Peña 1

Permite que el poeta que en el ayer te sueña

Como visión de patria, como símbolo santo,

Hoy que se enflora un año nuevo sobre tu frente,

Se incline ante tu vida, rendido y reverente.

i Y alce por tí. basta Dios, las alas de su canto I
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OJOS QUE NO VEN

Ojos que no ven, alma que no siente,

si tú no me ves, te olvidas de mí,

y por consiguiente y lógicamente,

¡Cuando no te veo, me olvido de ti!

 

Tenemos que vernos—y por eso lucho—

a cada momento del tiempo fugaz,

para que te quiera mucho, mucho, mucho !

para que me quieras cada día mas !

 

No son como tú ías otras mujeres;

cuando no te miro, siento que te pierdo;

no se puede ver lo bonita que eres

en ningún ensueño, ni en ningún recuerdo !

 

Necesito verte, necesito oirte,

oler tu perfume de dulce alelí;

prender tu cintura y poder pedirte

la flor de tus húmedos labios de rubí.

 

¡ Cuando no me ves y pasan los días,

y luego me ves cuando no me esperas,

tu voz está llena de palabras frías,

como si de pronto ya no me quisieras !

 

i Cuando no te veo, mi vida es suplicio,

mi tiempo, tormento; mi vagar, dolor :

parezco esos niños que van al hospicio,

por no tener madre, ni tener amor I

 

¡ Pase lo que pase, sea lo que sea,

que el tiempo en nosotros sea espuma y tisú!

¡ Haz que no te olvide, aunque no te vea!

 

¡ Y aunque no me veas, no me olvides tú !

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FILIPINAS ANTE SU DIOS

Cristo, óyeme. Yo soy tu sierva del Oriente,

La eternamente uncida a tu divino amor;

La que te halla en la luz de su aurora naciente

Como te halló en la triste noche de su dolor.

 

Yo soy tu esclava. Cristo. Me llamo Filipinas,

Y como Tú en el Gólgota, bañada en sombra y luz,

Llevé sobre mi frente un puñado de espinas,

Y derramé mi sangre en lo alto de una cruz.

 

No permitas, Señor, por tus brazos tendidos,

Que jamás sea el clavo que tu carne taladre,

Ni que sea tu cáliz de amargura y de llanto;

 

Y al mirarme tronchada bajo tus pies heridos,

Bendíceme, Señor, en el nombre del Padre,

En el nombre del Hijo, y el Espíritu Santo.

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FILIPINAS A ESPAÑA

 

Porque el poeta te ama

Y su alma es como un ave prendada de tu cielo,

Va a dejar temblorosa en el viento la rama,

¡Para alzar hacia tí su peregrino vuelo!

Reina de los amores y los dolores grandes

Que por todas las tierras tu habla sonora expandes

Y por todos los cielos prendiste una quimera,

Aquel tu sol glorioso que ayer se puso en Flandes

íHoy vuelve a ser tu sol, porque está en mi bandera!

 

Tenías que quedar en el camino herida

Y ser el rosedal que el vendaval desflora,

Para que en el nocturno de dolor de tu vida

¡Se abrieran los capullos de luz de nuestra aurora!

Mas, ¿qué importó a tu ser el golpe del destino

Ni el dolor que rasgó tu inmaculada entraña,

Cuando la flor de España es fruto filipino

Y podemos decir con orgullo divino,

Nuestra madre es España?

 

Ven conmigo a la choza que al pie de las montañas

¡Alcé con gualdas ñipas y con doradas cañas!

Asómate a mi choza eternamente abierta

¡Y de sol y poesía y flores recubierta!

Allí se come el pan que ha dado tu trigal.

Allí se bebe el vino que destiló tu parra,

Y allí bajo el tendal azul del platanal

Canta el alma indohispana del moreno zagal,

iAl son de la guitarra!

Su musa se dijera huertana valenciana

Envuelta en un encanto de ajorcas y collares,

Más que la primavera que su huerto engalana

¡Toda llena de espigas y nevados azahares!

Y esta zagala ardiente y hermosa y tropical

Que es serpiente de luz y es ala de paloma.

Es la España que ama en su carne oriental.

Es la España que ríe en su danza triunfal,

¡Y es la España que canta en su glorioso idioma!

 

Rama llena de savia un día desprendida

Del árbol de tu vida,

Cayó a tus pies y en ellos nueva raíz formó;

Sus venas con tus venas están entrelazadas,

Y son tus mismos brotes y yemas aromadas

Los que el sol fecundó;

Sobre ti reclinada, tu savia la sustenta

¡Y tu germen la enflora!

Tuya es en vida y alma y en la gloria y la afrenta.

Que abrazada a tu tronco la escupe la tormenta.

¡Y dormida en tus brazos la sorprende la aurora!

 

¡Deja que el odio ulule y que la envidia. ladre!

Si fueras torpe y mala y fueras malquerida.

No habría veinte pueblos aclamándote madre.

¡Ni estarías anémica por brindarnos tu vidal

El turbión iracundo

No puede destruir los amores que enlazas

¡Ni disipar tu polen mirífico y fecundo!

Tus banderas nan sido los pañales del mundo,

¡Y tus brazos divinos la cuna de las razas!

 

De la leyenda de oro que signa tu destino,

En un tiempo cualquiera de ayer o de después,

Te podrán derribar las aspas de un molino,

Pero, cuando tronchada prosigas tu camino,

¡No irás sola : la gloria se arrastrará a tus pies!

Has dejado en mis Islas añoranzas tan santas.

Tan suspiro del alma eres y tan latido

Del corazón en flor,

Que el capullo, hecho flor, te perfuma las plantas,

Y el ave, ya con alas, deja su propio nido

¡Y vuela a tu regazo para cantar su amor!

 

¡Dios te salve, Señora! El poeta indohispano,

Sobre su corazón, que es su cantora lira,

Pone cual cinco dardos los dedos de su mano

¡Y soñando en tu dulce hermosura, suspira!

Igual que Dios, tres veces santa y omnipotente,

Cogiste con tus manos el barro creador,

Y en tus manos el barro ardiente del Oriente

¡Se ha hecho un alma en la vida de una carne de amor

Y esta caçne de amores que por la vida avanza,

Te dice bajo el solio que para ti formó:

Si hecha estoy a tu imagen y hecha a tu semejanza,

¿Por qué no he de adorar al Dios que me creó?

¡No estoy lejos de tí porque rompí los grillos!

 

De las cadenas de oro que quebró la aventura.

Son aquestas pulseras y anillos y zarcillos

¡Con que cubro el desnudo gentil de mi hermosura!

A la orilla del mar me alzo como una palma

Que columpian las brisas, que las tormentas bieren

Y que las albas tiñen de rosado arrebol.

Y mis brazos son ramas que se tienden a tu alma

Sacudiendo las manos como estrellas que quieren

¡Guiarte bacia el oriente donde nace mi sol! ...

¡No te tardes, mi ¿Reina, en llegar, ni un segundo!

Para ti ban florecido todas mis sementerasí

Tus banderas ban sido los pañales del mundo,

¡Y mi sol, al nacer, se envuelve en tus banderas!