Fernando María Guerrero

 

A Filipinas

 

¡Virgen de la Malasia, ramo de flores

que argentan con su espuma los roncos mares,

tuyos son mis suspiros y mis amores,

tuyo el ritmo tembloso de mis cantares!

 

Ya está tu sien radiante libre de abrojos;

ya, como ayer, no arrastras veste de ilota,

y ya el alba soñada brilla en tus ojos,

y tu clámide limpia de manchas flota.

 

Tú eres hoy la sirena del mar malayo,

El hada rozagante que endechas quiere

y vive de los astros al níveo rayo,

cantando su amor puro que nunca muere.

 

¡Escúchame! En las rimas del bardo, errante

flamea el sacro, fuego del sol de Oriente;

deja que al son del arpa tu nombre cante,

porque beses siquiera su mustia frente.

 

Sobre un lecho, adormida, de piedras finas,

te arrullan de los bosques las auras suaves;

velan tus sueños de oro castas ondinas,

te murmuran mil trovas parleras aves.

 

Palpita en tus entrañas, arde en tu suelo

la áurea y candente lava de los volcanes;

sierpes de escamas ígneas hienden tu cielo

cuando ruedan crujiendo los huracanes.

 

Ondulando en el éter, sobre los campos,

despliega la neblina su blanco tul,

y la apolínea antorcha, con vivos lampos,

arrebola del cielo la veste azul.

 

En la cúspide esbelta de las montañas,

donde el águila altiva trenza su nido,

mecidas por la brisa sueñan las cañas

con la inflexión de un hondo, flébil quejido.

 

A impulsos de la savia de su energía,

agitan las palmeras sus verdes plumas;

mientras allá, en la selva fresca y sombría,

van flotando calladas las densas brumas.

 

Como alígeras flores de oro y zafiro

llevadas por el hálito de auras sutiles,

los insectos se esparcen con manso giro

a libar la ambrosía de los pensiles.

 

Desde la agreste cumbre, suelta, hervorosa,

su penacho de linfas la catarata:

en él díbuja el iris su franja hermosa, 

que el lago en sus cristales después retrata

 

Por tu atmósfera virgen, urna de aromas,

donde sus róseos labios la aurora imprime,

vuelan y se acarician blancas palomas,

suspirando de amores himno sublime.

 

Y cuando por las tardes el sol desmaya

sobre olas de esmeralda su frente roja,

niñas de tez morena van a la playa

a recoger las conchas que el mar arroja.

 

Son dulces y mimosas como las hadas,

rutilan en su rostro ojos traviesos,

y hay caricias eternas en sus miradas,

y hay un fuego divino que arde en sus besos.

 

Asidas de la mano, suelto el cabello,

cruzan nuestras praderas siempre inmarchitas

ostentando en su grácil, flexible cuello,

perfumados collares de sampaguitas.

 

Y en la paz de los bosques, en donde vuela

El céfiro de mayo vertiendo olores,

con los ritmos dolientes de una vihuela

mezclan la voz sin mancha de sus amores.

 

¡Patria! ¡Patria bendita, ramo de flores,

que besan con sus ondas los roncos mares!

Ya que fuiste la cuna de mis amores,

¡oh, sé también la tumba de mis pesares!

 

A Hispania

 

Te hablo en tu lengua; mis versos

te dirán que hay un amor

que en la hecatombe pretérita

su raigambre conservó

en lo más hondo y arcano

de mi pecho. Es como flor

que han respetado celliscas

y avalanchas de pasión,

flor abierta suavemente

en cumbres llenas de sol,

a donde sube el espíritu

de sus quimeras en pos,

para rezarte: " ¡Oh, Hispania!

¡oh dulce idioma español,

el del Arcipreste de Hita,

el de Lope y Calderón,

de Juan de Mena y Cervantes,

de Pereda y de Galdós!

 

¡Oh dulce lengua, que irradias

tu latina irisación

y encierras la amplia eufonía

de toda una selva en flor,

pues eres susurro de agua,

gorjeo de ave, canción

de brisa leve en las hojas

en mañanitas de sol...!"

En esta lengua ¡oh Hispania!

balbuciente formuló

mi alma en los días niños

sus caprichos, su candor;

y en las horas juveniles,

cuando hicieron irrupción

en mi vida las primeras

exaltaciones de amor,

también fue tu idioma egregio

el que sirvió a mi ilusión

y le dio plumas divinas

de mágico tornasol,

para llegar hasta el fondo

de un lejano corazón

y decirle: "Ven conmigo

y dame un beso de amor".

Murió este amor. En mi pecho,

muerta, la hoguera, restó

un puñado de cenizas

de la pasada ilusión;

y al verme tan olvidado

de la mujer que me amó,

para luego envenenarme

con una negra traición,

cuando quise maldecirla

con mi pluma y con mi voz,

llorando de pena y rabia,

la maldije ¡en español...!

Y en tu idioma, que es un iris

por su fulgencia y color,

voy dando a todos los vientos

trozos de mi corazón,

mis líricos fantaseos,

mis optimismos, mi horror

por lo prosaico y mis gritos

de protesta y rebelión

contra todas las limazas,

contra el búho y el halcón,

contra la sierpe asquerosa

que quiere alzarse hasta el sol,

contra chaturas estéticas

que nos roban la emoción,

contra Verres coloniales

y su dólar corruptor

y contra todos los hombres

que hacen tan fiera irrisión

del derecho de mi pueblo

a ser su único señor...

 

¡Oh noble Hispania, este día

es para ti mi canción,

canción que viene de lejos

como eco de antiguo amor,

temblorosa, palpitante

y olorosa a tradición,

para abrir sus alas cándidas

bajo el oro de aquel sol

que nos metiste en el alma

con el eco de tu voz,

y a cuya lumbre, montando

clavileños de ilusión,

mi raza adoró la gloria

del bello idioma español,

que parlan aun los Quijotes

de esta malaya región,

donde quieren nuevos Sanchos

que parlemos en sajón!

Pero yo te hablo en tu lengua,

¡oh Hispania!, porque es su son

como música de fuente,

corno arrullo encantador,

y como beso de vírgenes

en primaveras de amor.

 

 

Bajo las cañas 

 

Solemne y honda la mudez del campo;

cálido el aire, el término azuloso...

Todo vibra de gloria bajo el lampo

de un sol que es siempre cual Apolo, hermoso

 

En el bochorno de la tarde estiva,

sueña la flor y duerme hasta la idea.

Sólo aparece como mancha viva,

allá en lo alto, llama que caldea;

 

Silencio y paz... El único sonido

que el ambiente volcánico desgarra,

lo da, bajo el ramaje florecido,

con su música agreste, la cigarra.

 

El espacio es cristal: fulge y ondula

cual la cuerda de un arpa estremecida,

y mientras más el término se azula,

más bellos son los sueños de la vida.

 

¡Soñar! ¡Vivir...! Soñar bajo las cañas

y vivir a su sombra eternamente,

sin sentir esas penas tan extrañas

que ensombrecen el alma lentamente.

 

Soñar que el corazón es siempre joven

y que esa juventud es una gloria,

sin cuitas que en el vértigo nos roben

lo más caro escondido en la memoria.

 

Soñar así es soñar de color rosa;

vivir así es vivir en pleno idilio;

y es tener en el alma, en vez de prosa, 

una égloga admirable de Virgilio...

 

¡Oh, dulces soledades campesinas!

¡Oh, refugio de amor de los cañales...!

Tan sólo allí las almas filipinas

consiguen olvidar todos sus males.

 

Allí se escucha la palabra santa,

la dulce voz de la querida tierra,

esa que llora y regenera y canta,

y en sí las notas de lo grande encierra.

 

Allí todas las almas se expansionan

y se abren al amor los corazones,

y hasta las frentes tristes se coronan

con flores, muy abiertas, de ilusiones.

 

Allí, por un milagro, se ensimisma

el alma de la patria con la nuestra,

y allí la vemos, bajo el propio prisma,

dentro del corazón como maestra...

 

¡Soñar! ¡Vivir! ¡Soñar allí a la sombra,

con la vista clavada en el celaje,

que cuanto se contempla y aun se nombra

es filipino todo en el paisaje...!

 

Eso es soñar triunfando de la pena

y mover con la fe hasta las montañas.

¡Oh, dejadme soñar en mi hada buena

a la sombra piadosa de las cañas...!

 

Bajo las cañas 

 

Oh, noble Hispania! Este día

es para ti mi canción,

canción que viene de lejos

como eco de antiguo amor,

temblorosa, palpitante

y olorosa a tradición

para abrir sus alas cándidas

bajo el oro de aquel sol

que nos metiste en el alma

con el fuego de tu voz

y a cuya lumbre, montando,

clavileños de ilusión,

mi raza adoró la gloria

del bello idioma español,

que parlan aún los Quijotes

de esta malaya región,

donde quieren nuevos Sanchos,

que parlemos en sajón.

 

Mi Patria

 

....Filipinas es un nido

formado de hermosas flores;

es un idilio de amores

sobre un mar embravecido;

es el delirio querido

que mi cerebro obsesiona;

es la impávida matrona

que, heredera de titanes,

tiene por solio volcanes

y centellas por corona.

 

....Filipinas es la maga

cuyos oráculos santos

calman los lloros y espantos

del corazón que naufraga;

es vino cordial que embriaga

con su ardor la fantasía;

es hechizo que extasía,

y es, en fin, eterna palma

que un cielo henchido de calma

con sus lágrimas rocía.

 

....Mi tierra es noble y hermosa,

porque es su asiento el Oriente;

tiene estrellas en su frente

y en sus labios miel de rosa.

Cuando sonríe amorosa

la aurora le da sus rayos;

mas, si padece desmayos

porque la hieren abrojos

brotan tristes de sus ojos

los crepúsculos malayos.

 

....Frente a lujosa floresta

donde un río se destaca,

recostada en una hamaca

duerme el sopor de la siesta.

Las auras forman su orquesta,

un palio azul la sombrea,

y cuando la noche ondea

su obscuro y tupido manto,

hirviente arrullo de llanto

por sus mejillas serpea.

 

....Mi tierra es hada divina

que a mil caprichos se entrega:

suspira, retoza y juega

bajo la onda cristalina;

rompe el tul de la neblina

que arropa selvas de cañas,

y al trepar a las montañas

rojas al sol de la tarde,

bendice la lumbre que arde

en las pajizas cabañas.

 

....Mi tierra noble y bendita

no cría en sus bosques fieras,

sino palomas ligeras

y flores de sampaguita.

Quien sus rincones visita

halla sombra hospitalaria.

Aquí se abraza hasta al paria,

porque mi encantado suelo

es un pedazo de cielo

puesto en la mar solitaria!

 

....Aquí son las alboradas

una ignición de rubíes;

aquí son nuestras huríes

tan tiernas y apasionadas

que funden con sus miradas

hasta las almas de hielo:

que dan, en un beso, el cielo

y que, con la fe de un niño,

fían a nuestro cariño

su corazón, sin recelo.

 

....Oh, tierra de mis amores,

santa madre de mi vida,

que vertiste en mi alma herida

el aroma de tus flores!

Llora, si tienes dolores;

si sueñas ser grande, espera;

pero, te juro que fuera

para mí suerte afrentosa

ver nacidas en mi fosa

hierbas de savia extranjera.

 

 

Hora cálida

 

Oh calor de la siesta filipina,

calor de corazón, calor de fragua,

en que hierve en la copa cristalina,

con temblores estuosos, hasta el agua.

 

Una suave molicie que alucina

irrumpe en nuestra carne, y la cabeza,

como agobiada de sopor, se inclina

florecida de rosas de pereza.

 

Hay como decadencia en las pupilas

húmedas de pasión; y mientras fiera

la luz solar sobre las cosas arde,

 

beben las almas graves y tranquilas

el vino del ensueño y la quimera

en el cálido vaso de la tarde.

 

 

Una fe y un corazón. 

A los políticos filipinos.

 

....Oíd, hombres de mi raza: Qué espíritu maligno

posee vuestras almas? Qué es ese negro signo

que mancha en vuestras frentes lo santo de la unión?

Por qué está repartida en trozos la bandera

que ayer un solo brazo defendió en la trinchera

y fue ungida con sangre de un mismo corazón?

 

....Hermanos: sed más fuertes al ser también más unos.

Bajo el mando de Atila, se aproximan los Hunos

para hollar con sus potros la fe en el ideal.

La avalancha de bárbaros hace temblar la tierra

y sus trompas resuenan con clamores de guerra

y al veros divididos dan un grito triunfal.

 

....¿Dónde están las antiguas tradiciones y lazos?

¿Dónde están, que no llegan, los supremos abrazos,

los vuelos de las almas hacia una sola fe?

¿Dónde está la concordia que hizo firme a la raza?

Si hay una mano oculta que la unión despedaza

¿Por qué no dar un golpe a esa mano? ¿Por qué?

 

....La Patria está llorosa, la Patria está de duelo,

y en la sombra se ríe de todos Maquiavelo

y un demonio repite: " Divide y vencerás ".

Se bifurcan las vías, el credo se fragmenta

y no vemos qué rápida se acerca la tormenta

y no hay nadie que grite a Maquiavelo:. "¡Atrás!"

 

....Oíd, hombres de mi raza: no propaguéis semillas

de división; poneos como ayer de rodillas

ante una misma idea y ante un único altar.

No escuchéis la engañosa sugestión del ofidio;

no matéis al hermano... ¡También es fratricidio

tronchar en flor el árbol de la unión familiar!

 

....No fueron así aquellos insurgentes heroicos

que murieron muy juntos, que murieron estoicos

en la brecha, gritando: ¡Unión y Libertad!

No fueron así aquellos cruzados de la gloria,

aquellos que segaron laureles de victoria

para su sien mojada en óleo de unidad.

 

....No fue ese nuestro sueño; no pensó así Bonifacio

cuyo verbo candente atravesó el espacio

y sacudió las fibras del alma popular;

no consignaron eso ¡que eso no es patriotismo! 

las manos que escribieron El Filibusterismo

ya que sólo en la tumba dejaron de luchar.

 

....¡Uníos! Gotas juntas fecundizan los campos,

rayos unificados hacen los grandes lampos,

las hogueras brillantes, los volcanes y el sol.

las razas desunidas son siempre razas parias,

razas que se anquilosan, débiles, solitarias,

en una vida idéntica a la del caracol!

 

....Hermanos: Sed más unos; si han de ceñirnos lauros,

que ciñan a una raza de hércules y centauros

en el festín sagrado de una absoluta unión;

y si han de venir balas a romper nuestras alas

y nuestros corazones, que se hundan esas balas

en unos mismos cráneos y un mismo corazón;

 

 

No cierres tu puerta

 

Un labio lejano me ha dicho

que tienes cerrada la puerta.

Si es cierto, reforma el capricho;

¡tu puerta ha de estar siempre abierta!

 

Abierta a las aves del cielo,

abierta al rumor de las brisas,

al goce, al dolor, al consuelo

y al triste que pida sonrisas.

 

Abierta a los claros de luna,

al suave perfume de mayo,

al lloro del niño en la cuna

y al viejo que tiembla en desmayo.

 

No cierres tu puerta. ¿No sabes

que cruzan el largo camino

mil sombras, mil vidas, mil aves

que ignoran su oscuro destino?

 

Tu mano que abrió las entrañas

del suelo y halló un gran tesoro,

arroje las llaves extrañas

que cierran tus puertas al lloro.

 

Preparen tus manos la mesa,

el plato de arroz y hasta el vino.

¡La sombra en la luz hace presa

y es largo y tortuoso en camino!

 

Que sea, en la vida, tu techo

lante que lave los males,

que cierre las llagas del pecho,

que borre las penas mortales.

 

Si quieres que nazcan al paso

de tu alma las rosas celestes,

acoge el dolor del ocaso

y zurce las míseras vestes.

 

Bien sabes que es noble y es santo

alzar al que cae en la vía.

No dudes ni niegues. El llanto

secado es raudal de alegría.

 

Si pones tu mano en la mano

del pobre, Dios besa la tuya.

no cierres tu puerta, ¡oh mi hermano!

no sea que de ella Dios huya.

 

Ten siempre dispuesta tu casa

y esté a todo huésped abierta,

que acaso la sombra que pasa

es sombra de tu madre muerta.

 

No cierres tu puerta. ¿No sabes

que cruzan el largo camino

mil sombras, mil vidas, mil aves,

que apenas si saben cuál es su destino? 

 

A Mindanao, la isla hermana.

 

....Isla de los tesoros,

Mindanao, isla fuerte de cristianos y moros,

grande bajo el aliento del polífono mar;

isla de bravas gestas y pugnas legendarias,

que tiene por reductos las selvas milenarias

y por vivac inmenso el campo secular.

 

....Isla maravillosa,

sultana bella y grácil a quien vemos, ansiosa,

poner oro y corales sobre el nativo altar

y buscar en la arena de sus sonoras playas,

como sus dos hermanas, cual Luzón y Bisayas,

la perla de un ensueño que no quiere llegar...

 

....La gran Naturaleza

tedió la magia augusta de su inmortal belleza,

su savia formidable, su sol canicular;

por eso son enormes tus bosques y tus ríos,

y hacen temblar ejércitos tus indomables bríos,

y el Apo a las estrellas no cesa de retar.

 

....Eres como tus lagos,

para la flor propicios, para el pirata aciagos

épicos en la guerra, líricos en la paz;

y eres, cuando el peligro tus lares amenaza,

la cúspide en que erige sus tiendas una raza

para gritar: "¡Atilas, mi gloria no es fugaz!"

 

...."Yo soy como el granito;

mi sed de vivir sube buscando el infinito

como las flechas ágiles de mi aljaba ancestral.

Yo, aunque me ciña ajorcas, zarcillos y turbante,

tengo en las venas mías la sangre palpitante,

la misma que en el ara oblacionó Rizal."

 

....¡Loor a tu boca altiva,

Mindanao, isla de oro, Cólquida rediviva,

adonde van los Argos de un moderno Jasón!

Tu increpación histórica tiene inmanente vida;

es la consigna étnica de que jamás se olvida

ni el hombre de Bisayas, ni el hijo de Luzón.

 

....Un vinculo más fuerte

que el puño de los Césares y que la misma muerte

hace de las tres islas un solo corazón;

que tendrá, en la ventura, una sonrisa única

y, en las adversas horas, sabrá rasgar su túnica

con un definitivo y unánime tirón.

 

....¿No son tus noche bellas

las mismas que las nuestras? ¿No es luz de tus estrellas

la que reciben juntas Bisayas y Luzón?

¿No es aroma indígena del ilang ilang regio

el que a leer nos mueve un solo florilegio

y a sentir, alma adentro, una sola emoción?

 

....¡No morirás... .! No temas

que extrañas manos roben tus collares de gemas

y maten de un hachazo tu árbol tradicional.

¡Los que guardan su libro de gestas legendarias

y tienen por reductos, las selvas milenarias,

clarinearán mañana una marcha triunfal!

 

....Cólquida filipina, 

¡Mindanao, isla hermana, isla bella y divina,

en cuyo honor dispara sus retumbos el mar:

para quien sea osado a herir tus esperanzas, 

sécomo nuestra piña, corónate de lanzas

y quede en ellas muerto el pulpo secular!